Si a uno le gusta la música, la buena música, antes o después entra en el jazz. No deja de ser, creo yo la música clásica del siglo XX, de la que deriva el blues, el rock y el pop. No tiene por qué gustar todo el jazz, cómo no toda la música clásica o todo el rock o el pop, pero algo del jazz tiene que tocar la fibra.
Las Navidades de 1959 o 1960 las pasé en Salardú (Valle de Arán)
aprendiendo a esquiar. En el albergue había un tocadiscos y algunos discos
de Aimable y su acordeón. Uno de ello tenía una pieza que me quedó
grabada, mientras que otras no. Esa pieza era
Petite Fleur y, más
tarde descubrí que era una pieza fundamental del jazz, por supuesto por su
compositor Sidney Bechet al saxo soprano. Aunque pongo, como curiosidad y
porque me entusiasma Andrea Motis, a
ella con 14 años, y Eva Fernández con
15 junto a la St. Andreu Jazz Band, hay que escuchar la original de
Bechet sin falta.
Petite Fleur – Andrea Motis, Eva Fernández 2009
Uno de los primeros LP que me compré fue de Louis Armstrong en 1969. En él había muchas piezas que me gustaron mucho pero la que más fue Body and Soul, una canción muy popular y standar del jazz compuesta en 1930. Para algunos, la madre de todas las baladas de jazz,la canción de amor no correspondido por antonomasia y el baremo definitivo para calibrar a los saxofonistas tenores de todos los tiempos. Nadie tenía muy claro en sus inicios por qué la canción tuvo tanto éxito. El compositor reconocía que era un refrito de cosas anteriores; el título era “atrevido”, los locutores de radio no se atrevían a decir el título, por lo de “cuerpo”, pero entró bien.
La primera grabación fue de Louis Armstrong en 1930. La interpretación
cumbre parece ser la de Coleman Hawkins de 1940, y cientos de grandes
intérpretes han hecho su versión: Benny Goodman, Billie Holiday, Charlie
Parker, Coltrane. En 1986, Bertrand Tavernier rodó la película
Round Midnight donde el saxofonista tenor
Dexter Gordon hacía su interpretación
de
Body and Soul acompañado
por Herbie Hancok al piano,
Pierre Michelot al bajo,
John Mclaughlin a la guitarra y
Billy Higgins a la batería, y todo ello
con una excelente fotografía. La fotografía buena, pero el director
podía haber hecho que de verdad parezca que están tocando. El saxo no mueve
nunca la palanca de las octavas y eso es imposible.
Otro empujón de las autoridades sanitarias, que velan por nuestro bien, para favorecer la desaparición de estos lugares es la estúpida prohibición de fumar en estos locales. Cómo se puede uno imaginar un antro de jazz sin una buena copa y el humo de los cigarrillos en el ambiente?.
Otro empujón de las autoridades sanitarias, que velan por nuestro bien, para favorecer la desaparición de estos lugares es la estúpida prohibición de fumar en estos locales. Cómo se puede uno imaginar un antro de jazz sin una buena copa y el humo de los cigarrillos en el ambiente?.
Chelsea Bridge es una pieza compuesta en 1941 por Billy Strayhorn compositor y arreglista que acompañó a Duke Ellington muchos años. Ben Webster, saxofonista de la banda de Elllington, fue quien más contribuyó a difundirla, tras grabarla varias veces. Puede resultar extraño que Strayhorn, famoso por cantarle al Tren A de Harlem le dedicase una canción a un puente que cruza el Támesis en Chelsea. Parece que se inspiró en un cuadro de Whistler, Battersea Bridge, aunque otros dicen que fue en un cuadro de Turner (en la cabecera de esta entrada tenemos unas imágenes de estos puentes. El caso es que logró transmitir una atmósfera impresionista igual de brumosa mediante la melodía lánguida.
Ben Webster - 1959
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