Yo estaba haciendo primero de Navales y ya se sabe que en las Escuelas de Ingeniería no nos metíamos en follones como los que llevaron a cerrar la Facultad de Ciencias. En principio, estudiábamos, que ya resultaba bastante difícil ese primer curso. Pero nos llegaban ecos de las facultados y mi novia estaba en Químicas, así que no éramos totalmente ajenos al tema. A pesar de esas diferencias entre Facultades y Escuelas Técnicas y, para mayor escarnio, mi novia aprobaba y yo no. Bueno, en ese ambiente de protesta, me llegó una canción que me gustó y hasta escribí sus versos en uno de los cuadernos de apuntes. Era “La poesía es un arma cargada de futuro” de Gabriel Celaya, los versos, y Paco Ibáñez, la música.
Resultaba curioso que, una poesía de la que no hubiéramos hecho mucho o ningún caso (éramos más dados a los versos románticos), al ir acompañada de una sencilla música nos impactó. Y por si fuera poco, al año siguiente, Paco Ibáñez siguió poniendo música a poetas españoles y nos sobrecogió con Palabras para Julia de José Agustín Goytisolo, poeta de una saga de tres hermanos que durante un montón de años siguieron acompañándonos con libros a cuál más bueno. No puedo dejar de mencionar Campos de Níjar y la tetralogía Recuento.
Han pasado los años y siempre que vuelvo a escucharlas me ponen los pelos de punta.
Algunos años después, ya con Alejandra (mi hija) en el colegio con 9 o 10 años, nos sucedió una anécdota referida a estas canciones. En el colegio, la maestra hizo escuchar a los niños estas canciones diciéndoles: es posible que los que tengáis padres “proges” hayais oido esto. Quien las conoce?.
Por supuesto mi hija se las sabía ya que había escuchado muchas veces los discos en casa y las casettes en el coche, y así lo dijo.
Lo curioso resultó cuando, ya en el patio, los compañeros de clase le preguntaban que qué eran unos padres “progres”.
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