Como antes del lanzamiento de un misil, la orquesta contaba del uno al ocho con pasos, giros y agitaciones incontables; zarandeaban el cuerpo entero sin dejar de dominar sus instrumentos; trompetas, saxos, timbales, contrabajo eran un banquete sonoro. Sus mecanismos de contorsión convertían una palabra en puro pretexto para dar algunos pasos mientras se pronunciaba otro “¡Maaambo!”.
El cubano Dámaso Pérez Prado, amo y señor del ritmo, mago del sabor, rey de reyes del number five, del number eight, y de todos los mambos, por y para siempre; adaptó, en 1955, un tema francés para hacerlo su buque insignia en Estados Unidos. La canción sería Cerisier Rose et Pommier Blanc, del músico catalán de origen italiano Louis Guglielmi, conocido también como Louiguy y que había compuesto la música de La vie en rose, que inmortalizara Edith Piaf.
Pérez Prado cogió el tema de Louiguy y le "metió" un poco de cha-cha-chá, hizo que una trompeta llevase la melodía principal, que realizase un ritardando (a modo de bostezo) para luego volver a la melodía original y... ¡Tachán!...Exitazo. La canción, traducida al español como Cerezo rosa, manzano blanco, aunque normalmente conocida por Cerezo rosa, pronto se convertiría en una de las canciones compuestas por un latinoamericano más oídas de la historia en esas fechas, tanto en Estados Unidos como posteriormente a nivel mundial. Y aún hoy se sigue escuchando. Todo el mundo ha oído el chiste aquel del que había encontrado trabajo en la Orquesta de Perez Prado y cuando le preguntan que qué instrumento toca, dice que él es el que da el grito Auhh! cuando le tiran de los mismísimos ....
En la película de 1955 La sirena de las aguas verdes con Jane Russell, exuberante como siempre, suena esta pieza y aunque la peli no valía gran cosa, a mi me quedó grabada la música, la actriz y el tema del submarinismo; así como que la vi el mismo día que "Siete novias para siete hermanos y esta si que es genial. Una de las pelis que siempre me alegra el día.
En el mismo año, basta observar las listas de éxitos musicales a las que "Cerezo rosa" se incorporó, para advertir la presencia amenazadora de un hit más modesto que parece anunciar el fin de todas las otras músicas: Rock around the clock, por Bill Haley y sus Cometas.
Pérez Prado cogió el tema de Louiguy y le "metió" un poco de cha-cha-chá, hizo que una trompeta llevase la melodía principal, que realizase un ritardando (a modo de bostezo) para luego volver a la melodía original y... ¡Tachán!...Exitazo. La canción, traducida al español como Cerezo rosa, manzano blanco, aunque normalmente conocida por Cerezo rosa, pronto se convertiría en una de las canciones compuestas por un latinoamericano más oídas de la historia en esas fechas, tanto en Estados Unidos como posteriormente a nivel mundial. Y aún hoy se sigue escuchando. Todo el mundo ha oído el chiste aquel del que había encontrado trabajo en la Orquesta de Perez Prado y cuando le preguntan que qué instrumento toca, dice que él es el que da el grito Auhh! cuando le tiran de los mismísimos ....
En la película de 1955 La sirena de las aguas verdes con Jane Russell, exuberante como siempre, suena esta pieza y aunque la peli no valía gran cosa, a mi me quedó grabada la música, la actriz y el tema del submarinismo; así como que la vi el mismo día que "Siete novias para siete hermanos y esta si que es genial. Una de las pelis que siempre me alegra el día.
En el mismo año, basta observar las listas de éxitos musicales a las que "Cerezo rosa" se incorporó, para advertir la presencia amenazadora de un hit más modesto que parece anunciar el fin de todas las otras músicas: Rock around the clock, por Bill Haley y sus Cometas.
En 1953, el mismo año en que Fidel Castro asaltaba el cuartel Moncada, en la primera acción armada contra la dictadura de Batista, en los clubes y academias de baile de La Habana arrasaba La engañadora. Aquella canción pegajosa de Enrique Jorrín, por aquel entonces director artístico de la Orquesta América, fue el primer chachachá, y su ritmo revolucionó la música popular cubana en los años cincuenta, causando furor en todo el mundo. Tanto el mambo como el chachachá provienen del danzón
En 1955, Rosendo Ruiz Quevedo creó otros dos chachachás legendarios, Rico vacilón y Los marcianos. Rico vacilón es el chachachá más escuchado y grabado del mundo.
No tengo ninguna grabación de actuación en vivo de los principales interpretes americanos de este chachachá pero si se encuentra una de un italiano que en aquellos años lanzó conocidas canciones y fue muy famoso, Marino Marini.
Es difícil encontrar quien no haya escuchado y movido el culo con este chachachá, aunque ya seamos de una provecta edad.
En 1959, Eduardo Davidsón creó la canción La pachanga, una mezcla de son montuno y merengue. Y desde entonces se utilizó el término pachanga para referirse a este género musical. La pachanga es un chachachá más libre, más abierto, más dado a pasos diferentes y por ello, más popular por más bailable.
La pachanga pasó al número uno de las listas nacionales de la radio cubana y rápidamente se difundió por todo el Caribe. Al momento de la Revolución cubana en 1959, era la música más conocida de Cuba.
Es curioso como una palabra que surgió para definir un baile fue cambiando de sentido. Baile y Cuba se unieron para designar un acto social festivo, que poco a poco fue ampliando su sentido hasta designar un encuentro de amigos. En alguno de ellos alguien sacó un balón y empezaron a jugar al fútbol, extendiendo pachanga a ese partidillo sin demasiadas reglas ni seriedad.
El guerrillero argentino-cubano ''Che'' Guevara diría acerca de la ideología de la revolución: «Este es un socialismo con pachanga». El escritor y premio nobel Gabriel García Márquez, en su primera visita a La Habana dijo que Cuba era «una pachanga fenomenal».
A principios de 1960, en Nueva York y la Costa Este de Estados Unidos, la pachanga superó en popularidad al chachachá. En 1961, en la prensa de New York se habla de un nuevo ritmo que esta volviendo locos a los amantes del baile. "La pachanga ha llegado a esta ciudad para quedarse y volver locos a millares de personas que se han sentido atraídos por el ardiente ritmo. Lo que comenzó como un baile de locos hace menos de dos años se ha extendido por todos los centros nocturnos de la ciudad para contagiar a los amantes de la música brava. Ya no se oye decir: "Vamos a rumbear", o "a mambear se ha dicho". Ahora todo el mundo sale a la pachanguera.
Los Llopis eran un cuarteto cubano que inició su carrera a principios de los años 50 en las salas de fiestas de su país. Por entonces Cuba estaba llena de turistas yanquis que disfrutaban con el exotismo de las músicas caribeñas, los ritmos básicos en el arsenal de toda orquesta o grupo de la época tanto allí como aquí. Pero con el auge del rock and roll, el público más moderno comenzó a solicitar piezas de ese nuevo género; y ellos, que conocían los Estados Unidos por estudios y afición, ya estaban al día: en poco tiempo tuvieron preparadas unas cuantas versiones en español de los rockeros blancos como Elvis o Bill Haley, versiones que iban intercalando entre su repertorio más tradicional. Pero el 1 de Enero del 59 se acabó la diversión, llegó el Comandante y mandó parar: Los Llopis, que lo vieron venir, habían abandonado el país poco antes para establecerse en México, donde ya tenían un prestigio.
Allí grabaron un par de Lps. Pero en aquella época de EPs y singles, un disco grande no tenía el caracter de unidad que adquirió años después; por entonces se consideraba más bien como un cajón de sastre en el que podíamos encontrarnos de todo, y éste no fue una excepción. Porque ahí viene incluido un título que no tiene nada que ver con el resto: “La pachanga”. Qué lejos estaban los españoles de sospechar lo que se les venía encima…
Pero el caso es que fue esa canción la que los trajo a España, donde actúan por primera vez en la sala Florida de Madrid. Y de allí a toda España; se bailaba en las fiestas patronales o las que hubiere, amenizadas por la orquesta del pueblo (si una orquesta no tenía esa pieza en el repertorio, no era una orquesta). Esa furia pachanguera duró varios años; los bebés se hicieron niños, los niños adolescentes… y la nueva generación, hastiada de tanta pachanga, comenzó a darle el significado que hoy es más frecuente.
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